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Bruno Dumont no cree en Dios.

La cinta  narra la historia de una joven novicia a quien, por sus excesos de amor a Dios, la corren del convento con la finalidad de que encuentre, en el mundo, otra forma de encauzar su fe. Al cruzar la puerta del convento, la joven recupera su nombre de pila, Celine y con éste conoce a dos islamistas, Yassine y Nassir.

Dumont mantuvo una sesión de preguntas y respuestas al término de la función donde fue cuestionado sobre la forma en la que maneja le religiosidad a lo que el cineasta respondió "yo no creo en Dios, creo en el amor."

En cuanto a la forma como utilizó la música, el realizador aclaró que la música es mística "te hace llegar al éxtasis, como la de los Rolling Stones o cualquier otro tipo. Este no es un proceso intelectual, por ejemplo cuando Celine escucha música y baila no es intelectual es su cuerpo el que sigue la música. Por eso cuando escuchamos música en las iglesias es para elevarnos".

Finalmente Dumont aclaró  que él no es un ideólogo "no hago cine para transmitir ideas, siento mi personaje y si en este caso Celine cree en Dios, la cuestión moral viene después. Puedo filmar a un desgraciado sin ningún problema, necesito confrontarlo en el cine, eso es lo que se llama catarsis; el cineasta o el cinéfilo que logra hacer esto es el que sale ganando."