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México rumbo a la conquista: entrevista a Pierre-Henri Deleau

El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) tuvo la oportunidad de platicar con Pierre-Henri Deleau —director, actor, productor, cofundador y director de la Quincena de Realizadores—, quien nos habló sobre la relevancia que tuvo en su momento la creación de esta sección del Festival de Cannes, sus repercusiones y cómo la importancia de que el cine mexicano se aventure hacia la conquista del mundo.

Pierre-Henri Deleau | Fotografía por Miguel Martínez

FICM: A 50 años del surgimiento de la Quincena de Realizadores ¿Cuál es su balance y reflexión al trabajar 30 años por el cine en libertad?

Pierre-Henri Deleau: Yo creo que la Quincena aceleró la emergencia de nuevo cine y, por lo tanto, de nuevos cineastas. En la época en que se creó Cannes, eran los países los que designaban las películas que estaban en competencia, es decir, la Unión Sovietica, por ejemplo, presentaba tal película, España presentaba otra película, Italia otra. Era casi política, pues no se debía presentar una película que escandalizara a un país. Por ejemplo, España había pedido que se retirara de la competencia Viridiana (1961), de Luis Buñuel, porque escandalizaba, porque esa película era antrireligiosa, etcétera.

La Quincena llegó diciendo "no son los países los que tienen que designar las películas, sino es el festival el que debe decidir qué películas se van a presentar y claro, más en aquel entonces, la mayoría de las películas en la selección oficial eran italianas o inglesas, norteamericanas o francesas y eventualmente había una o dos películas de América del Sur, casi no había de África, ni cintas de procedencia árabe; Asía era Japón prácticamente y apenas un poco de la India —que para ese momento ya era el productor más grande de películas en todo el mundo—, entonces nosotros fuimos a buscar en otros lados.

En su primer año, la Quincena trajo películas del Cinema novo brasileño y nadie conocía estos largometrajes que eran admirables de directores como Nelson Pereira dos Santos, Glauber Rocha y más. A la par, descubrimos que había un cine en Quebec que era extraordinario; de esa forma fue como la quincena aportó vías nuevas y abrió puertas.

Un ejemplo fue cuando traje por primera vez películas de Senegal o cuando traje películas provenientes de Burkina Faso (África Occidental); las traje simplemente por que sus directores son excelentes cineastas. La gente no conocía y sin embargo, forman parte de la filmografía de los grandes cineastas del mundo actualmente.

Digamos que la Quincena aportó oxigeno ante el conformismo y el academicismo, representaba una nueva manera de respirar, que era realmente el reflejo de los distintos movimientos de la sociedad en aquel momento.

En el fondo la Quincena ha sido como el impresionismo con respecto al academicismo en la pintura. Muchas va pintado la Catedral de Rouen —un lugar que existe desde hace 400 años—, pero cuando llegó Monet y pintó la catedral, aunque seguía siendo la misma y estaba haciendo lo mismo que otros, la pintó a diferentes horas del día. No son los mismos cuadros porque lo que estaba pintando no era la catedral, sino la luz sobre ella. Esa es otra visión y este es el mismo principio que seguimos con las películas de la Quincena.

FICM: ¿Cuáles fueron los principales obstáculos al momento de que la Quincena obtuvo tanta relevancia?

PHD: La primera vez rentamos un cine horroroso a lado del palacio de los festivales en Cannes y aún así la gente vino. Fue hasta después que la crítica, al ver el éxito que teníamos, llegó a ver esas películas y, por supuesto, se sintieron muy sorprendidos con lo que descubrieron.

Así nuestras películas fueron compradas por distribuidores que tenían un gusto por el cine que venía de afuera y fueron exhibidas por toda Europa. En ese momento yo nunca supe si oficialmente o informalmente estaba dirigiendo esto, pero llegó un momento en el que me había metido en algo que era imposible de ignorar. Yo soy una emanación de los directores, en ese momento era secretario general de los directores franceses. Somos nosotros los que creamos la Quincena, así que esta es una hija de la sociedad de directores franceses.

FICM: ¿Cree que las nuevas plataformas contribuyan a la difusión del cine?

PHD: Deberían ser una manera más. El consumo de películas en cualquier plataforma es un consumo individual. Pienso que es sumamente importante mantener redes de salas porque el cine se hizo para ser mostrado en la pantalla grande a un gran número de espectadores al mismo tiempo, por que los espectadores en las películas ríen o lloran, aman o detestan una película y hablan entre si, esto permite una reflexión sobre el cine.

Una película que se difunde en televisión nacional una noche tiene tantos millones de espectadores, pero al día siguiente lo olvidan. Una película que se queda tres meses en una pequeña sala de arte y que cuando mucho tendrá 30 mil espectadores en este lapso de tiempo, se queda para la eternidad. Lo que quiero decir aquí es que el público es el que hace que las cosas sucedan. Para la creación se necesita intercambio.

FICM: ¿La inmediatez ha mermado la búsqueda de libertad e igualdad que caracteriza a la Quincena de Realizadores?

PHD: No lo creo, pienso que es un fenómeno nuevo y paralelo. Depende de los nuevos directores de la Quincena el continuar con ese espíritu de aventura y curiosidad que los abre a todas las formas de expresión del mundo entero y les toca a ellos adaptarse a la coyuntura actual. Pienso que esto no debe cambiar nuestra libertad, al contrario, esta investigación debe ser un símbolo del espíritu de libertad ante la globalización.

FICM: ¿Necesitamos en México una versión de la Quincena de Realizadores?

Yo creo que los festivales parecen tener cada vez más un espíritu semejante al de la Quincena. Si presentan, por ejemplo, películas que vengan de Asia, África, Europa Central, Kazajaztán, Rumania, etcétera, me parece que los hace mejores. Eso es lo que hace falta, que es algo muy positivo, porque los espectadores mexicanos van a ver que no existe únicamente la vía oficial que propone el cine norteamericano, por ejemplo, sino que hay talentos por todo el mundo. A estos públicos hay que provocarlos, interpelarlos, que puedan hacerlos reflexionar en su manera de ver el cine.

Ahora son ustedes los que tienen que partir a la conquista de otros países, ahora ustedes deben ser los conquistadores y estar orgullosos de lo que saben hacer. Encontrarán pequeños distribuidores independientes de Francia, Alemania, Italia o España que van a querer comprar sus películas. México debe ir a la conquista.