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Si Juárez no hubiera muerto…

Figura indiscutible de la Historia Patria es Benito Juárez (21 marzo 1806-18 julio 1872), cuyo retrato en la pantalla se acerca más a aquellas extintas monografías o estampitas de la papelería que a la visión descarnada de su tiempo y circunstancia. En Mexicanos al grito de guerra (1943), de Álvaro Gálvez y Fuentes e Ismael Rodríguez, relato de excesos patrióticos desmedidos, con Pedro Infante como teniente que se enlista en el ejército para defender a México del ataque de los franceses; Miguel Inclán da vida al presidente Benito Juárez que aparece brevemente.

El joven Juárez (1954, dir. Emilio Gómez Muriel) | FOTO: Canal 22

En 1954, Emilio Gómez Muriel dirigió El joven Juárez, centrada en la juventud del “Benemérito de Las Américas", a través de varias viñetas sobre sus años previos a la presidencia, protagonizada por Humberto Almazán y María Elena Marqués como Margarita Maza de Juárez. En los primeros años del siglo XIX, Benito, indígena zapoteca oaxaqueño queda huérfano y gusta de tocar la flauta y pastorea ovejas. De joven trabaja en la casa de los De la Maza donde su hermana Josefa es sirvienta (Elsa Cárdenas) y ahí se enamora de la niña Margarita que le enseña el castellano. Ingresa al Seminario, pero no se lleva bien con los curas; y después, al Partido Liberal. Más tarde convertido en abogado, defiende a los indígenas, es elegido diputado y obtiene la mano de Margarita. Se trata de una suerte de telenovela didáctica histórica con algunos momentos a medio camino entre lo patrio y el humor involuntario como aquellos donde Juárez besa la bandera de México cuando entra el ejército insurgente a Oaxaca.

De alguna forma, Aquellos años (1972), de Felipe Cazals, continúa donde se queda El joven Juárez. Es la etapa que comprende de 1857 a 1867 conocida como la década nacionalista, en la que Juárez lucha primero contra los conservadores que han mandado traer de Francia a alguien que los gobierne y después contra los franceses, que, apoyados por Maximiliano, pierden la Batalla de Puebla del 5 de mayo, con Jorge Martínez de Hoyos como Juárez, la bella Helena Rojo como la emperatriz Carlota. Por cierto, en ese año de 1972, José Carlos Ruiz consiguió una gran interpretación de Juárez en la telenovela histórica El carruaje, escrita por Carlos Enrique Taboada y Antonio Monsell, y dirigida por Raúl Araiza y Ernesto Alonso.

Aquellos años (1972, dir. Felipe Cazals)

Más curioso aun, es que en 1939 Hollywood realizó una biopic sobre Juárez dirigida por William Dieterle. En ella, el emperador Maximiliano (Brian Aherne) llega a México para instaurar un gobierno imperial y tropieza con la oposición de Benito Juárez (Paul Muni). Maximiliano es un idealista que ha sido víctima de la astucia de Napoleón III (Claude Rains). El emperador cree en las ventajas del sistema monárquico, mientras que Juárez lucha por la República. Cuando Francia retira su apoyo, la emperatriz Carlota (Bette Davis) viaja a implorarle su ayuda a Napoleón III. 

Más atrás, como se sabe, Miguel Contreras Torres realizó: Juárez y Maximiliano. La caída de un imperio (1933) y sendas películas sobre Carlota: La paloma (1937) La emperatriz loca (1939) y Caballería del imperio (1942), protagonizadas por su mujer Medea de Novara; arrebatos muy dialogados con personajes conscientes de su corolario patrio. 

En Juárez y Maximiliano, Maximiliano de Habsburgo (Enrique Herrera) y su esposa Carlota son nombrados emperadores de México por Napoleón III, engañados de que la nación mexicana los espera gustosos. Pronto se darán cuenta de la realidad, al saber que el presidente Juárez (Froylán B. Tenes), encabeza la resistencia contra el imperio. Lo mejor es aquella escena en la que Maximiliano descubre a una mujer desnuda bañándose en una cascada junto al Jardín Borda en Cuernavaca (el Salto de San Antón) y se acaricia la barba con placer. En La Paloma, Maximiliano es fusilado en Querétaro junto los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, el 19 de junio de 1867. Lo mejor: las apariciones secundarias de un muy joven Arturo de Córdova como capitán juarista y Josefina Escobedo como Guadalupe “La Chinaca”.

La emperatriz loca (1939, dir. Miguel Contreras Torres)

La emperatriz loca/The Mad Empress producción estadunidense, es propiamente una calca de La Paloma con actores de Hollywood: Napoleón III (Guy Best Post), Maximiliano y Carlota (Conrad Nagel y Medea de Novara) y Jason Robards, padre, como Benito Juárez. Por último, en Caballería del imperio se narran los momentos más álgidos de la lucha de Juárez contra Maximiliano (René Cardona). Ahí, un coronel juarista (Julián Soler) libera a la emperatriz Carlota y se enamora de ella, aunque en realidad es una doble: la baronesa Lea (la soprano Miliza Korjus), en este relato romántico y cierto humor involuntario, destacable por las ansias nacionalistas de Contreras Torres.

En el extremo opuesto de aquellas se encuentra Huérfanos (2014), de Guita Schyfter, que cobra enorme importancia por su acertado tratamiento cotidiano, su soberbio trabajo visual y su sensibilidad y sobriedad para abordar la vida de un personaje que por lo general aparece en un segundo plano Melchor Ocampo, interpretado por Rafael Sánchez Navarro, en uno de sus mejores y más mesurados trabajos para la pantalla. Se trata de un filme que fluye y avanza sin tropiezos y buen ritmo a pesar de sus 155 minutos, sus trajes de época, sus palabras y modismos verbales que intentan reproducir el habla nacional de mediados del siglo XIX, lo que suele dar la idea de que todo el cine histórico mexicano es aburrido y tieso. El siguiente punto a favor del filme es la puesta en escena inteligente y eficaz, acorde al moderno y vistoso tratamiento estético que le otorga a las imágenes el cinefotógrafo (y director) Sebastián Hiriart

Y finalmente, las bellísimas locaciones en lugares como: Tlaxcala, Hidalgo, Michoacán, el eficiente trabajo histriónico y la fidelidad histórica con que aborda varios de los episodios centrados en la infancia, juventud y madurez del abogado, científico y político liberal michoacano, quien fuera gobernador de su Estado y muriera fusilado en 1861, combatiendo al lado de Benito Juárez interpretado por Fernando Becerril. Ello, en la historia de un hombre traumatizado por su origen bastardo, un huérfano como la nación entera, en una época de odios, incertidumbre y decisiones trascendentales.