Skip to main content

Cinema of Crisis? Mexican Films from the 80s

En su libro La Generación de la Crisis. El Cine Independiente Mexicano de los Años Ochenta (2012), Alejandro Pelayo (director de cine, guionista y actual director de la Cineteca Nacional), propone que la industria cinematográfica nacional de los años 80 sufrió una crisis como resultado de la reducción drástica del apoyo estatal. El libro rescata catorce óperas primas de cineastas que filmaron en estas difíciles condiciones y que fueron reconocidos a nivel internacional – es decir, que crearon ‘cine de calidad’ pese a todo. Estos personajes sentaron, de acuerdo con Pelayo, un antecedente para el cine independiente que surgiría más adelante en nuestro país.

Pero ¿qué hay del resto de las producciones que se realizaron en México en esa década? En el marco del congreso anual del Society for Cinema and Media Studies (SCMS), que este año se realizó en Montreal, se presentó una mesa redonda en la que cuatro académicos de distintas instituciones consideraron aquellas películas mexicanas de los 80 que no necesariamente entran en el molde de ‘cine de calidad’.

Sergio de la Mora, doctor en Literatura de la University of California, Santa Cruz, y profesor asociado de la University of California, Davis, habló sobre las sexicomedias ochenteras – la herencia light del cine de rumberas que floreció en la llamada Época de Oro y del cine de ficheras que nació en la década de los 70. Las sexicomedias han sido casi completamente ignoradas por los historiadores y críticos de nuestro cine, descalificadas como demasiado malas para ser tomadas en serio. En su ponencia, de la Mora se concentró en la película Solo para damas (1981) dirigida por Fernando Durán Rojas. Esta película superficialmente invierte los roles de género de las sexicomedias: en Solo para damas, son los personajes femeninos quienes acuden a un club de striptease a gozar de los bailarines exóticos y aparentemente el objeto del deseo es, por una vez, el cuerpo masculino. Sin embargo, una mirada más profunda a la película demuestra que, aunque problematiza la concepción de la masculinidad y los roles de género tradicionales, el desarrollo de la trama finalmente coloca a las damas ‘en su lugar’ y los impulsos sexuales de las mujeres son subordinados al deseo masculino una vez más. En todo caso, el análisis de Solo para damas demuestra que hay mucho que decir sobre las sexicomedias, más allá de si son ‘malas’ o no.

{{Solo para damas}} (1981), de Fernando Durán Rojas

Olivia Cosentino, estudiante de maestría de la Ohio State University y organizadora de la mesa redonda, asegura que la década de los 80 es una de las épocas más incomprendidas del cine mexicano. En su ponencia analizó la representación de la juventud en las películas protagonizadas por Lucerito, Luis Miguel y Pedro Fernández, específicamente Coqueta (1983, dir. Sergio Vejar), Ya nunca más (1984, dir. Abel Salazar), Fiebre de amor (1985, dir. René Cardona Jr.) y Delincuente (dir. Sergio Vejar, 1985). Estas producciones financiadas por Televisa estaban atadas a la promoción de los actores como productos; Lucerito, Luis Miguel y Pedro Fernández, las jóvenes celebridades por excelencia, se presentaban en programas de televisión como Siempre en domingo, vendían discos y daban conciertos. Además de señalar el aspecto comercial de las películas, Cosentino destacó la intención didáctica de las mismas: las figuras paternas demuestran la manera ideal de relacionarse con los hijos, los hijos no transgreden la autoridad de los padres y, cuando lo hacen, las consecuencias son fatales (basta recordar que en Ya nunca más la desobediencia parece provocar la amputación de la pierna de Luis Miguel). De acuerdo con Cosentino, estas películas de alguna manera colocaban a Televisa como guardián moral de los medios. Además, ella nota que estas producciones privadas no fueron afectadas por la reducción de presupuesto estatal – más que considerar el cine de los 80 como el cine de la crisis, Cosentino propone considerarlo como el cine del boom corporativo. El error ha sido descalificar estas películas por su falta de valor estético e ignorar su enorme popularidad.

{{Coqueta}} (1983), de Sergio Vejar

Además, el cine de la década de los 80 en México tampoco se reduce a producciones comerciales ‘chafas’. Iván Eusebio Aguirre Darancou, estudiante de doctorado de la Washington University, St. Louis, presentó una ponencia sobre los superocheros, un grupo de cineastas de resistencia que filmaban, como su nombre lo indica, en súper ocho milímetros. Aguirre explica que los superocheros utilizaban las cámaras como armas de la contracultura y se basa en la obra del cineasta Sergio García Michel para ilustrar cómo buscaban “crear conciencia, pero no formarla”. A través de una mirada a obras como El fin (1970), Ah, verdá? (1973) y Un toke de roc (1988), Aguirre reúne algunas de las características de este cine: el papel de la mujer como sujeto del deseo, pero también como una compañera de la lucha social; el uso de substancias alucinógenas como una manera de romper con una realidad opresiva y generar politización; el rock como expresión de la contracultura y la crítica al consumismo. Estas películas, producto de una comunidad urbana moderna que no se adhería ni al gobierno ni al sector privado, no se exhibían en la televisión ni en las salas de cine. En cambio, los superocheros mostraban su obra en cine clubs underground y en espacios como el Foro Tlalpan. Hoy en día muchos de estos cortometrajes y largometrajes están disponibles en YouTube, así que no existen más excusas para ignorarlos.

{{Un toke de roc}} (1988), de Sergio García Michel

¿Pero qué estaban haciendo los cineastas consagrados en los 80? Niamh Rosario Thornton, profesora e investigadora de la University of Liverpool, en el Reino Unido, le brindó visibilidad a tres autores mexicanos que hicieron cine en esa época, películas que sí pueden ser consideradas ‘de calidad’. A través del análisis de Lo que importa es vivir (1987) de Luis Alcoriza, El apando (1976) de Felipe Cazals y Misterio (1980) de Marcela Fernández Violante, Thornton demuestra que estudiar el cine mexicano de los 80 no necesariamente implica especializarse en lo kitsch. Estas películas no pueden ser categorizadas como ‘churros’ y tampoco son cine contracultural, se trata de cine reconocido por las instituciones como valioso, o por lo menos ‘de buen gusto’. De acuerdo con Thornton, el objetivo de recuperar esos títulos es perturbar la idea común de que en esa época en México no se hacía nada y cuestionar los modelos tajantes que se han usado para contar la historia del cine mexicano hasta ahora.

{{Lo que importa es vivir}} (1987) de Luis Alcoriza

El trabajo conjunto de estos académicos hace aún más contundente la conclusión de la ponencia de Thornton. No se puede descartar toda una década de producción cinematográfica como insignificante. La historia de nuestro cine debe ser liberada de la narrativa en la que muere y renace cada determinado tiempo, y una manera de lograrlo es estudiando el cine mexicano en todas sus versiones, desde las películas de Lucerito hasta los cortometrajes experimentales en ocho milímetros.

Las ponencias presentadas en SCMS usualmente son parte de un proyecto mucho mayor de cada uno de los participantes, por lo que si estás interesado en alguno de los temas, te recomiendo anotar sus nombres y estar al pendiente de sus publicaciones.[:en]

In his book, La Generación de la Crisis. El Cine Independiente Mexicano de los Años Ochenta (The Crisis Generation. Mexican Independent Cinema of the 80s), Alejandro Pelayo (film director, screenwriter and the current director of the Cineteca Nacional in Mexico City), suggests that the national film industry in Mexico suffered a crisis in the 1980s, due to a drastic reduction in state support for productions. The book looks at fourteen first feature films that were shot under these difficult conditions, but that were recognized on an international level – that is to say, filmmakers who created ‘high quality’ cinema, in spite of everything. According to Pelayo, these filmmakers set a precedent for the independent cinema that would later emerge in Mexico.

But what about the rest of the films that were made in Mexico throughout this decade? As part of the Annual Congress of the Society for Cinema and Media Studies (SCMS), which this year was held in Montreal, a group of four scholars from different international institutions participated in a round table discussion that considered a series of Mexican films made in the 80s that were not necessarily considered to be ‘high quality’

Sergio de la Mora, Doctor of Literature at the University of California, Santa Cruz, and Associate Professor at the University of California, Davis, talked about the sex-comedies of the 80s – the wealth of light “rumbera” films that flourished in the so called Golden Age of fichera movies, which began in the 70s. These sex-comedies have been almost entirely ignored by historians and film critics, disqualified for being too bad to be taken seriously. In his talk, de la Mora concentrated on the film Solo para damas (1981), by Fernando Durán Rojas. This film ostensibly inverts the traditional gender roles of the sex-comedy: in Solo para damas the female characters attend a strip club to gawp at the exotic male dancers and, for once, the object of desire appears to be the male body. However, a closer look at the film reveals that, while it problematizes traditional conceptions of masculinity and gender roles, the film’s denouement ultimately puts the women back “in their place”, subsuming their sexual impulses to masculine desire once more. In any case, the analysis of Solo para damas shows that there is much more to say about the sexicomedias than just discussing their relative quality.

{{Solo para damas}} (1981) by Fernando Durán Rojas

Olivia Cosentino, a Masters student at the Ohio State University and organizer of this particular round table, suggested that the 80s is one of the most misunderstood periods of Mexican cinema. In her presentation, she discussed the representation of youth in films starring Lucerito, Luis Miguel and Pedro Fernández, specifically: Coqueta (1983, dir. Sergio Vejar), Ya nunca más (1984, dir. Abel Salazar), Fiebre de amor (1985, dir. René Cardona Jr.), and Delincuente (1985, dir. Sergio Vejar). These productions, which were all financed by Televisa, were tied to the promotion of the actors as products: Lucerito, Luis Miguel and Pedro Fernández, young celebrities par excellence, were presented on prime-time television programs like Siempre en domingo, where they would give concerts and try to sell albums. As well as pointing to the commercial aspects of these films, Cosentino stressed their didactic intention: parental figures demonstrate ideal modes of behavior to their children and the children do not transgress the authority of their parents, or, when they do, the consequences are extreme (in Ya nunca más Luis Miguel’s disobedience results in an amputated leg). According to Cosentino, these films somehow placed Televisa in the position of moral guardian of the media. What’s more, she notes that these private productions were not affected by state budget cuts – rather than considering cinema of the 80s as a cinema of crisis, Cosentino proposes that we consider it as the cinema of a private corporate boom. The error in the past has been to discount these films for their lack of aesthetic value, while ignoring their enormous popularity.

{{Coqueta}} (1983) by Sergio Vejar

But Mexican cinema of the 80s can also not be reduced under the heading of ‘low quality’ commercial productions. Iván Eusebio Aguirre Darancou, a Post-graduate student at Washington University in St Louis, presented a paper about the “superocheros”, a group of underground filmmakers who, as their name suggests, shot on Super 8 mm. Aguirre explains that the “superocheros” used their cameras as countercultural weapons. He based his talk on the work of filmmaker Sergio García Michel, to illustrate how they sought to “create awareness, rather than making it”. By looking at films like El fin (1970), Ah Verdá? (1973), and Un toke de roc (1988), Aguirre draws together some of the common characteristics of this kind of cinema: the role of women as subjects of desire but also as partners in social struggle; the use of hallucinogenic substances as a means to break through an oppressive reality and generate politicization, and rock music as an expression of counterculture and a critique of consumerism. These films, products of a modern urban community that refused to kowtow either to the government or the private sector, were not screened on television or in cinemas. Instead, the “superocheros” showed their work in underground film clubs and spaces like the Foro Tlalpan. Today, many of these films, both shorts and features, are available to watch on YouTube, so we no longer have an excuse to ignore them.

{{Un toke de roc}} (1988) by Sergio García Michel

But what were those sacred ‘high quality’ filmmakers of the 80s up to at this time? Niamh Rosario Thornton, Professor and Researcher at the University of Liverpool in the UK, focused on three Mexican auteurs who were making films during this period, films that can be considered ‘high quality’. Through analysis of the films Lo que importa es vivir (1987), by Luis Alcoriza, El apando (1976) by Felipe Cazals and Misterio (1980) by Marcela Fernández Violante, Thornton’s study suggests that Mexican cinema of the 80s doesn’t always specialize in the kitsch. These films are neither ‘low quality’, nor are they countercultural - instead, this is cinema that was recognized by official institutions as somehow ‘valuable’, or at least ‘good taste’. Thornton’s idea is that by reclaiming these titles, she will disturb the commonly-held idea that in Mexico during this time nothing real was made, and question the restrictive models that have been traditionally used to talk about this history of Mexican cinema up until now.

{{Lo que importa es vivir}} (1987) by Luis Alcoriza

The joint work of these scholars makes Thornton’s conclusion all the more compelling. We simply cannot rule out a decade of filmmaking as insignificant. The history of our national cinema should be set free from the restrictive narrative that suggests that it dies and is reborn during determined periods, and one way of achieving this is to study it in all its forms - from the films of Lucerito to the experimental short films made in Super8

The papers presented by scholars as part of SCMS are normally part of a much wider project, so if you are interested in any of the issues touched upon here we recommend that you take note of their names, and keep an eye out for their publications.