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Kenya Márquez recomienda El inquilino, de Roman Polanski

{{El inquilino}} (1976), de Roman Polanski

La primera intención que tuve de hacer cine vino después de mi encuentro con El inquilino (1976), una de las películas más íntimas de Roman Polanski en la que plasma sus fantasmas más acérrimos a través de un thriller de horror con cierto humor negro y en la que el director polaco interpreta al personaje principal: al paranoico Trelkovsky, un modesto trabajador que llega a París en la búsqueda de un departamento que lo llevará a perder la cordura.

Con un plano secuencia inicial a través de una grúa y una gran maestría, Polanski recorre las ventanas de los departamentos o pisos de uno de los personajes principales que tiene la película, "el edificio". Ésta es la apertura para esta historia con toques de surrealismo, todos llevados a extremos insospechados por Trelkovsky, quien vestido de mujer en ocasiones y acompañado de una violencia permanente lleva al espectador a buscar constantes respuestas de los hechos y entrar al dia a día de los habitantes de ese edificio antiguo de París, donde enmarca el rechazo o desprecio del mundo parisino a los extranjeros.

Polanski encuadra su historia en la construcción de un personaje común, un poeta en busca de un lugar donde vivir con estatus para desarrollar su obra. A partir de la llegada a ese edificio, su vida se trastoca y durante los 126 minutos en los que transcurre el filme, trastoca la de los espectadores. Una atmósfera sórdida, claustrofóbica, excéntrica y enmarcada por la puesta en escena y cámara acompaña los pequeños detalles de objetos que se convierten en hilos conductores para que el espectador pueda descubrir qué es lo que sucede. Polanski nos entrega pequeñas dosis durante toda la película para que al final reconstruyamos la realidad parisina por la que pasa Trelkovsky.

La trama parece simple: "Trelkovsky (Roman Polanski) un hombre manso, tranquilo, con extrema modestia y tendencia al optimismo, alquila un departamento en París, en donde es informado desde un primer momento que la persona que residía en ese lugar anteriormente, una mujer, se había suicidado saltando al vacío por la ventana. Con el pasar de los días, Trelkovsky comienza a sospechar sobre un complot del propietario y los vecinos para que él también siga los mismos pasos".

Polanski muestra un permanente absurdo en el esfuerzo del personaje principal que busca incansablemente mejorar su vida, y así llega a París, pero que irónicamente termina con sus propias aspiraciones y vida. Todo esto es acompañado por una repetición compulsiva con signos bizarros para el que llegue a ese mismo apartamento.

La paraonia, y quizás esquizofrenia, que sufre Trelkovsky hace que sus delirios de persecución le produzcan alucinaciones permanentes que Roman Polanski lleva a un surrealismo total que se disfruta en toda esta enrarecida película y que son disfrutables todas las veces que uno ve la película.

Basada en la primera novela de Roland Topor El quimérico inquilino de 1964, quien fundó con Arrabal y Jodorowsky "el grupo pánico" (movimiento de vanguardia de tendencias surrealistas), está película muestra la naturaleza del director en esta especie de supervivencia permanente por la que ha vivido como judío hasta la fecha. La adaptación que logra el director es suprema y se convierte también en una obsesión como lo es la trama de la película, que está llena de personajes de esa índole. Además todo lo narra a través de un humor negro muy pero muy ácido.

El inquilino es parte de la trilogía de Roman Polanski junto con Repulsión (1965) y El bebé de Rosemary (1968). Apenas hace un par de años finalmente vio la luz el DVD en México. Lamentablemente, en muy pocas ocasiones a podemos verla en cine. Recuerdo que en el 98 pude gozarla por sexta ocasión en 35mm en la Cineteca Nacional. Polanski logra con esta película la posibilidad de verla en varias ocasiones y encontrar siempre propuestas narrativas y visuales que en la primera vista uno las pierde.

Aparentemente El inquilino no tuvo una buena recepción de la crítica durante su estreno en el Festival de Cannes, pero a través de las décadas se le ha reconocido su valor y hoy por hoy es una película de culto. De su gran filmografía para mí es la mejor, acompañada por Repulsión (1965). Marca mi historia cinematográfica; finalmente mi ópera prima es un modesto homenaje a El inquilino.