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La representación de la comunidad LGBTTTIQ+ en el cine mexicano

Presentamos una cronología cinematográfica sobre la presencia de la comunidad LGBTTTIQ+ en la historia del cine mexicano. Más que recomendaciones —aunque incluimos varias joyas imperdibles— se trata de una reflexión sobre lo mucho que queda por hacer y cómo el cine contribuye a la lucha en términos de representación y narrativas.

Doña Herlinda y su hijo (1985, dir. Jaime Humberto Hermosillo)

Antes de entrar al nuevo cine mexicano de los 90, donde las representaciones de la diversidad alcanzan un panorama más real y completo, vale la pena mencionar Frida, naturaleza viva (1983, dir. Paul Leduc). Se trata de un retrato a la vida íntima de la artista Frida Kahlo, donde rememora sus múltiples relaciones sexoafectivas bisexuales, entre otras cosas, sin embargo, destaca el énfasis que la dirección pone a las múltiples expresiones de género que ocupaba Kahlo. Este caso no llega a romper del todo con los estereotipos previamente descritos, sino que le otorga un permiso a la protagonista de ser diferente. Es entonces que observamos la importancia de la interseccionalidad, pues la clase está profundamente enraizada al género, hay a quienes se les permite habitar la diferencia y a quienes no.

De los años revisados en esta primera entrega podemos aplaudir la disrupción de los setenta donde los diálogos sobre la diversidad sexual comenzaron, a pesar de la profunda reprensión que se experimentaba, la cual el cine denunciaba. Sin embargo, la G acapara la visibilidad y el resto de las siglas quedan relegadas a estereotipos lastimosos y reduccionistas, si llegan a mencionarse. ¿Evolucionó el paradigma con el tiempo? Les invitamos a revisar nuestra siguiente entrega donde revisaremos la Nueva Era del Cine Mexicano, así como las producciones contemporáneas.