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Jean Cocteau: La bella, la bestia y los infortunios de la virtud

Corría el año de 1945 cuando Jean Cocteau, probablemente uno de los artistas más versátiles de su generación —lo mismo incursionó en el cine, la dramaturgia, la poesía, la novela, la pintura y hasta en el ocultismo—, decidió llevar a la gran pantalla el relato de Madame Leprince de Beaumont, La Bella y la Bestia, en lo que sería su primer trabajo cinematográfico de corte argumental. Alentado por el actor francés Jean Marais, el rodaje de la cinta dio inicio el 27 de agosto de 1945, apenas cuatro meses después de la rendición del ejército germánico, lo cual suponía el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La Bella y la Bestia (1945, dir. Jean Cocteau) La Bella y la Bestia (1945, dir. Jean Cocteau)

Las largas sesiones de maquillaje para caracterizar a Jean Marais como la imponente Bestia le provocaron un forúnculo en el muslo, así como un eccema facial causado por la máscara del monstruo, por lo que el rodaje tuvo que ser suspendido por una breve temporada. El papel de la Bestia significó un enorme martirio para el actor, quien tenía que alimentarse únicamente de caldos para no arruinar ni uno solo de los elementos de tan compleja caracterización inspirada, por cierto, en su perro Molouk.

La película se estrenó el 29 de octubre de 1946 en París, en el cine Le Colisée de los Campos Elíseos y en La Madelaine de Les Grands Boulevards, donde fue ovacionada por los asistentes. Mientras estuvo en cartelera, la cinta de Cocteau vendió cerca de 4 millones de entradas, lo cual logró posicionarla en el lugar número 16 de las cintas más vistas por los franceses durante ese año. Se trata de un hecho sin precedentes para una obra de corte fantástico si consideramos que en esa época el retrato realista de una sociedad posguerra era lo que dictaba la norma. La vena cinematográfica de Cocteau apenas comenzaba a latir.