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Alfonso Cuarón presentó La fórmula secreta, de Rubén Gámez, en el 15º FICM

El Invitado Especial del 15º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), Alfonso Cuarón, presentó la función especial de La fórmula secreta (1965) de Rubén Gámez.

Esta cinta, con la que el director sonorense redefinió una estética en la cinematografía mexicana de los años sesenta, es considerada por el director de Gravity (2013) como una de las películas más importantes del México de la mitad del siglo pasado.

Surreal, anárquica, un delirio de imágenes, la película examina los efectos culturales y políticos de la influencia extranjera en México, cuestionando la identidad nacional, las estructuras de poder y las creencias religiosas. Es una declaración contra el melodramático cine mexicano de los años sesenta.

“Yo la vi por primera vez cuando estaba en la escuela de cine. Fue una película que me cambió completamente los paradigmas que tenía sobre lo que el cine mexicano puede ser. Es una radiografía, no de México, sino de lo que es ser mexicano”, dijo Cuarón. “Lo que más me gusta de Gámez es la fe profunda que tiene en el cine como un lenguaje que no depende de otros lenguajes, que no depende de la narrativa, no depende de la interpretación, sino que depende de las herramientas mismas del cine. La narración fílmica no es una narración literaria interpretada fílmicamente”.

Además de la directora general del FICM, Daniela Michel y el director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo, estuvieron en la presentación los directores Carlos Reygadas y Amat Escalante. Su presencia tuvo un propósito: evidenciar la influencia que La fórmula secreta tuvo sobre la obra de estos realizadores mexicanos.

Daniela Michel, Alfonso Cuarón.

“Es muy difícil encontrar referencias a La fórmula secreta en el cine mexicano, sólo recuerdo dos cineastas que tienen alguna similitud, y los dos están aquí: uno es Carlos Reygadas y el otro está junto a él, Amat Escalante. Yo creo que son los cineastas que más han aprendido a hablar de lo que es ser mexicano de esta manera cargada de simbolismos”.

Al respecto, Amat Escalante detalló algunos aspectos de su obra en los que puede reconocerse esa influencia. “Por ejemplo, cuando estaba haciendo casting para Los bastardos (2008), esa era mi prioridad: más que ver si se podía memorizar las cosas o qué tan bien actuaban, me fijaba en las cicatrices o la piel quemada”.

Por su parte, Carlos Reygadas dio una breve explicación teórica acerca del estilo de la película: “Le dije a Alfonso que la película, para mí, era un ejercicio eisensteniano y él me dijo que le parecía más vertoviano. Ahora que la veo por supuesto que noto el lado vertoviano, con este tema de la cámara que se mueve. Pero yo insisto mucho en el tema del montaje de Eisenstein y me remite también a cosas anteriores como el efecto Kuleshov, el tema de la interrelación de las imágenes y la generación de sentido a partir de ellas, también los elementos que se van cruzando y generando sentido. Todo esto siempre me ha interesado en el cine desde antes de hacer películas. Y algo que sí veo muy vertoviano, que no se hace en el cine de hoy, es la idea de que el cuadro sí puede ser significante en un momento dado, no sólo es el lugar en el que ocurren las cosas, sino que tiene vida propia. Es un elemento que yo utilicé en Japón (2003) con los personajes que salen y entran al cuadro y que se separan y reencuentran”.