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Estudiando en Film Factory. Parte 1: Bajo la tutela de Béla Tarr

Béla Tarr es un persona muy importante en mi vida. Llevo muchos años siguiendo su filmografía y admiro cómo poco a poco fue reinventando gran parte del quehacer cinematográfico. Hace un tiempo lo consideraba el mejor director del mundo y ahora tengo la dicha de convivir con él todos los días.

Nuestra amistad comenzó con un correo electrónico que me envió hace ocho meses. En éste me decía que le habían gustado mucho mis cortometrajes y me daba la bienvenida a su programa de doctorado titulado Film Factory en Bosnia y Herzegovina. Obviamente, dejé todo lo que estaba haciendo, festejé como loco y un mes después me encontraba en un vuelo con destino a Sarajevo.

En este espacio que me brinda el Festival Internacional de Cine en Morelia, me gustaría compartir con ustedes algunas de las experiencias que he tenido al lado de Béla. En muchas ocasiones creemos que estos cineastas son seres casi míticos y por lo tanto, he decidido hablar un poco de su lado más personal y del gran ser humano que es.

Los estudiantes del programa de doctorado de Film Factory con Béla Tarr y Tilda Swinton. Imagen cortesía de Sergio Thor Flores.

Primero que nada, me gustaría iniciar rindiéndole tributo a la gran iniciativa que tuvo Béla al fundar Film Factory. Esta escuela fue desarrollada en su totalidad por él, con el objetivo de transmitir los conocimientos que adquirió a lo largo de su vida y para apoyar a los nuevos cineastas en el inicio de sus carreras. Béla planeó las clases, invitó a los maestros y eligió que Sarajevo fuera la sede del doctorado. Me atrevo a decir que en todas las disciplinas artísticas no existe otra escuela como Film Factory. Solamente este semestre, he tenido el privilegio de tomar clases bajo la tutela de Gus Van Sant, Fred Kelemen, Tilda Swinton y nuestro compatriota Carlos Reygadas. Todo esto es gracias a la iniciativa del gran Béla y al afán que tiene por ayudar a la juventud. Él mismo me ha contado que cuando inició su carrera no recibió apoyo alguno y es algo que no quiere que se siga repitiendo. En pocas palabras, Béla cree que su legado no sólo está en su cine, sino en apoyar a los nuevos cineastas en la parte más complicada de sus carreras.

Aunado a esto, Béla es una persona 100% comprometida con su causa y el motor que sustenta Film Factory. Todos los días es el primero en llegar y tenemos varias juntas individuales a la semana con el fin de que desarrollemos nuestros proyectos bajo su supervisión. Béla te presiona todo el tiempo y te obliga a que defiendas hasta el menor detalle de tus futuras películas. Sin embargo, también te apoya en todo lo que necesites y se preocupa las veinticuatro horas del día porque estemos alegres en cuanto a nuestra vidas personales se refiere. Basta mencionar que hace a penas unos días le entregaron un reconocimiento por su carrera cinematográfica en el Festival de Sarajevo y decidió utilizar las palabras de su discurso para pedir aún más apoyo para cada uno de nosotros.

Por otro lado, me gustaría contarles a cerca de las pláticas que de vez en cuando nos da Béla. Como les había comentado, Béla prefiere las reuniones personalizadas sobre las clases grupales. Sin embargo, de vez en cuando se deja convencer y nos habla a todos a cerca de sus películas. Por ejemplo, hace unas semanas nos dio una clase que duró un día completo a cerca de Satantango. En estas clases nos explica cómo realizó toma por toma y analiza el porque de todo lo que ocurre en pantalla en referencia al resto de la dramaturgia de la película. Sin embargo, hay un elemento que Béla destaca sobre todo tipo de conceptualización. Con esto me refiero a que siempre hace énfasis en que el objetivo del cine es contar un situación que realmente sea humana.

Para terminar este artículo, me gustaría mencionar que después de conocer de cerca de Béla durante todos estos meses, creo que es un director malinterpretado por el grueso del público. Con esto me refiero a que Béla es mundialmente alabado por su calidad técnica y por su destreza para mover la cámara. Sin embargo, las películas de Béla son un fiel reflejo de cómo es él en la vida diaria. La poesía en su cine se genera a través de las emociones humanas y los plano secuencias por los que es tan conocido, son un simple apoyo para que las situaciones fluyan con más realismo. De la misma forma, lo único que quiere Béla con Film Factory es ayudar los nuevos cineastas, con el objetivo de que cada vez mayor cantidad de gente sea capaz de emocionarse con el arte que él tanto ama.

En futuras entregas me gustaría contarles de mis experiencias junto al gran Carlos Reygadas, Gus Van Sant, Tilda Swinton, entre otros. Sin embargo, en esta ocasión quería que conocieran un poquito más de Béla y de porque me siento honrado de poder llamarlo mi amigo.